viernes, 16 de mayo de 2014

Romance de la duquesa de Berganza.

Un lunes a las cuatro horas,  
ya después de mediodía, 
ese duque de Berganza  
con la duquesa reñía; 
lleno de muy grande enojo, 
de aquesta suerte decía: 
-Traidora sois, la duquesa,  
traidora, fementida. 
La duquesa muy turbada, 
de esta suerte respondía:
-No soy yo traidora, el duque,  
ni en mi linaje lo había, 
nunca salieron traidores  
de la casa do venía.
Yo me lo merezco, el duque,  
en venirme de Castilla, 
para estar en vuestra casa  
en tan mala compañía. 
El duque con grande enojo  
la espada sacado había;
la duquesa con esfuerzo 
en un punto a ella se asía. 
-Suelta la espada, duquesa,  
cata que te cortaría.
-No podéis cortar más, duque, 
harto cortado me había.
Viéndose en este aprieto,  
a grandes voces decía: 
-Socorredme, caballeros, 
 los que truje de Castilla.
Quiso la desdicha suya  
que ninguno parecía,
que todos son portugueses 
cuantos en la sala había.

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